EL FIN DEL MUNDO


El guion tiene algunos chistes graciosos y divertidos porque expresan una realidad o un pensamiento. Muchos gags resultan graciosos porque el guion recurre al humor de la evidencia: consiste en decir cosas obvias pero en plan cómico y con un tono burlesco. También usa un poco el sarcasmo y la típica broma de formular mal una pregunta o en un momento de la conversación equivocado, provoca que parezca que pregunte por ese tema mencionado recientemente, pero en realidad esta preguntado por otro muy distinto. Las situaciones se vuelven tan surrealistas (y cada vez más) que resulta imposible no reírse; los chistes son tan eficaces que la risa es inevitable. El guion también utiliza realista: que consiste en recordar que aunque sea una película, hay una realidad, por lo tanto algunas cosas no se pueden hacer: es un humor que solo se puede usar en cine y televisión, en persona pierde la eficacia. Tiene un final que es una especie de parodia a los films apocalípticos como The Book of Eli y los Westerns como The Magnificent Seven. Con la voz en off de Gary King (Simon Pegg) hablando directamente con el espectador, la introducción te cuenta una historia que ocurrió en mil novecientos noventa, mediante los flashbacks. También te presenta de forma detallada a los cinco protagonistas, para que comprendas su comportamiento, mentalidad y estilo de vida. El guion es bastante previsible en ciertos puntos muy concretos. El misterio de que ha pasado en el pueblo mientras no estaban, se vuelve cada vez más intrigante. También te hace sospechar en varias ocasiones de que hay algo raro en la cerveza (aunque después sea falso). El guion toca el tema de lo controlados que estamos por la tecnología. Cuando se hacer el fin del film descubres que está ocurriendo lo mismo que en mil novecientos noventa cuando hacían la milla de oro (relacionado con la cantidad de los miembros a medida que avanzaban en el trayecto).

Han vuelto a hacer de las suyas con la traducción del título, la han llamado: Bienvenidos al fin del mundo, cuando en realidad se llama: The World’s End; porque es el nombre del pub al que pretenden llegar para alcanzar la victoria de la milla de oro. La palabra Bienvenidos no está por ninguna parte, por lo tanto sobra. Al parecer les gusta tomarse libertades innecesarias y añadir palabras donde y cuando no toca, cambiando el significado de la película y causando malentendidos. La gracia del título original es la ironía y el trasfondo que esconde hecho aposta.

Simon Pegg y Nick Frost son dos estupendos humoristas a los cuales se les da muy bien la comedia, y saben hacerte reír de algún modo u otro; pero está claro que de los dos, el mejor es Nick Frost: nunca da un palo de ciego, siempre sabe que chiste utilizar, cuando, porque y con qué intensidad. Siempre sabe escoger el humor adecuado para cada ocasión. Es como si tuviera un armario (metafóricamente hablando) lleno de diferentes tipos de humor que domina o sabe usar.
Hay un detalle que llama la atención: en todos los films en los que aparece Nick Frost comiendo un helado, la marca siempre es la misma: Cornetto. Una de dos: o es su marca de helados favorita o se trata de publicidad “subliminal” (yo me decanto por la primera).

Edgar Wright te demuestra que a veces es bueno recordar viejos tiempos; pero sin quedarse a vivir en ellos. Las multinacionales han hecho mucho daño. En varias ocasiones el pasado te persigue para que lo soluciones y lo puedas dejar atrás (como bien dice su significado). Las casualidades no existen: todo ocurre por una misteriosa, curiosa y desconocida razón. Hay gente que vive anclada al pasado. Existe gente que no aprende de los errores y/o que no saben hacer otra cosa. Edgar Wright usa las emisoras de radio para enseñar y materializar de algún modo los pensamientos de un personaje y al mismo tiempo contar cual es la verdad. Logra unos cambios de secuencia artísticos e ingeniosos, al utilizar el recurso de hacer pasar un objeto por delante de la cámara para cambiar de localización y escena. Para que reconozcas a los protagonistas veinte años después sin dudar ni un segundo aunque sea evidente en algunas circunstancias, usa los títulos para poner el nombre del protagonista junto a su imagen. Al final acabas viendo la firma de Edgar Wright; de algún modo u otro siempre intenta colar su estilema en la película. 


                                                                 Nacho Miret Vives



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