VUELO ETERNO


Los amantes pasajeros es un film con un guión tremendamente cómico, sexual, interesante, peculiar, curioso, atrapante y lleno de caras conocidas. Tiene unos gags graciosos y muy eficaces, porque reflejan una realidad, opinión, verdad, un pensamiento y en una pequeña parte recurren a los gestos divertidos de los personajes. La situación se vuelve cada vez más surrealista. Los chistes van mejorando según va avanzando el relato. De manera un poco graciosa, el guión te hace descubrir, una información sobre Benito (Hugo Silva). La introducción te cuenta el tipo de película que va a ser y cuál va a ser su género dominante. Al mismo tiempo, te presenta a León (Antonio Banderas) y Jessica (Penélope Cruz) de manera cómica, sincera y concisa (para que sepas ellos están involucrados en lo que va a suceder cuando el avión despegue), tanto que puedes apreciar claramente: el comportamiento habitual, carácter, personalidad, mentalidad y estilo de vida de cada uno de los personajes. De golpe, te muestra un misterio, que provoca que la intriga y curiosidad aumenten exponencialmente. Como manda la tradición, todos los guiones que caen en las manos de Pedro almodóvar o que ha escrito él, tocan el mismo tema: LGBT. Como él es gay y está luchando a favor de la igualdad de derechos, como otros cientos de personas; siempre mete personajes: gays, lesbianas y/o transgeneros en sus guiones. Las circunstancias, poco a poco, se van enturbiando cada vez más. De repente, sin avisar, la situación se vuelve perversa y salvajemente sexual (una absoluta orgia). Según va transcurriendo la historia, se va poniendo más seductora y se van revelando las verdaderas identidades de los pasajeros. El guión usa el fuera de campo, para explicar algo que mediante los sonidos de fondo, se sobrentiende con demasiada claridad (además para ahorrarse el dinero de la producción de dicha secuencia). Tiene un final feliz, reconciliador, cómico, divertido, esperanzador de forma diferente a la habitual, sexual, insinuante y romántico.

La interpretación de Antonio de la Torre es impecable, magnífica, agradecida, auténtica y que ayuda a que todo el engranaje que hace que su personaje se mueva, funcione perfectamente. Las interpretaciones de este tipo, son muy favorables para los guiones, porque ayudan a que el espectador se sumerja de lleno en el relato que te están contando, empatice con todos y cada uno de los que aparecen en la historia que explican, incluyendo el suyo y todo fluya mucho mejor. Es decir, que este nivel interpretativo que tiene Antonio de la Torre, es muy necesario en determinadas películas en concreto, porque son las que hacen que el guión funciona mejor, tenga más fuerza y eficacia en el espectador.

El film transmite el mensaje de que las casualidades no existen: todo ocurre por una misteriosa, curiosa, extraña y desconocida razón en particular. En todos los sitios, siempre hay alguien, que es tan pesado e insistente, que tiene que controlarlo todo compulsivamente, aunque no sea el momento ni su responsabilidad. En algunos trabajos debe haber máxima concentración y hacerlo bien, porque si no, puedes causar un accidente mortal. Cuando te pasas la vida mintiendo, cuando dices la verdad no te creen. A veces es necesario mentir; es malo decir solo la verdad, pero también solamente mentir. En algunas ocasiones, uno puede descubrir cosas de sí mismo, de la manera más inesperada. No hay más ciego que el que no quiere ver.

Pedro Almodóvar utiliza el plano holandés (con demasiada frecuencia y facilidad), para ubicar al espectador, aportar diferencia y atractivo a la película, demostrar la inmensidad de un lugar y las cosas que hay en la imagen, y justo después con el zoom in, dirige al espectador hacia donde tiene que centrar su atención, meterte en situación (prepararte) y decir dónde va a ocurrir la acción.






                                                                     Nacho Miret







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