jueves, 22 de noviembre de 2018

PERSONAJE DE FICCIÓN REAL


Ruby Sparks es un film con un guión cautivador, atrapante, intrigante, mágico, literario, casi peculiar y a su diferente manera romántico. La introducción te presenta a una misteriosa mujer, a la cual no se le ve la cara, pero intuyes des del segundo cero que es Ruby Sparks (Zoe Kazan). Acto seguido, diciéndote que lo que acabas de ver es un sueño de Calvin Weir-Fields (Paul Dano), conoces al otro personaje protagonista, y ves cuáles son sus necesidades, sueños, personalidad, carácter, mentalidad, comportamiento habitual y estilo de vida. El guión intercala secuencias de otro momento de la historia, mientras te muestra otro; para ayudarte a meterte aún más rápido y mejor, en la cabeza del personaje principal. Te va dando pequeñas pistas de lo que va a suceder dentro de poco. De repente y sin previo aviso, pero predeciblemente, ves como Ruby Sparks cobra vida y salta de las páginas que está escribiendo Calvin Weir-Fields. La situación se vuelve tan surrealista y emocionante de forma distinta a la habitual, que resulta hasta gracioso. Posee los típicos chistes picantes, que hacen referencia a la necesidad machista de algunos hombres, de tener una mujer complaciente a varios niveles. Tiene unos gags muy graciosos, porque se burla de esas parejas que se pasan el día juntos como dos lapas y no se separan ni para ir al baño. El guión liga los sueños de Calvin Weir-Fields con la realidad, mediante diálogos que hayan dichos otros personajes anteriormente. Parte de la idea del guión parece estar inspirada en Weir Science (David Grossman, Max Tash, etc… 1994), pero en este caso es involuntariamente; la otra parte parece estar sacada de la vida de Víctor Frankenstein. Ciertos momentos de guión son demasiado previsibles. Exactamente de la misma manera que entra Ruby Sparks en la vida de Calvin Weir-Fields, sale; idénticamente, pero obviamente al revés. De golpe, el guión te enseña un acontecimiento importante, impactante y sorprendente, que cambiará felizmente la vida de Calvin Weir-Fields, y le dará una segunda oportunidad (en cierta forma lo había predicho un poco anteriormente). Tiene un final feliz, reconciliador, que genera sorpresa, romántico, que te deja pegado a la butaca alucinando y espectacularmente interesante.

Hay un detalle que si te fijas bien, prestas la suficiente atención y miras en el lugar adecuado, lo verás perfectamente, por insignificante o casi invisible que sea, tanto que te será imposible no verlo: En la secuencia de la cena, donde Calvin Weir-Fields le presta a Ruby Sparks a su hermano, cuando Paul Dano se levanta de la silla, ya sea por una mala colocación de la ropa, una ilusión óptica o un material de atrezzo en una mala posición, el caso es que cierta parte del cuerpo de Paul Dano aumenta radicalmente siendo casi deforme; pareciendo por un segundo Kim Kardashian.

La película te transmite el mensaje de que las casualidades no existen: todo ocurre por una misteriosa, curiosa, extraña y desconocida razón en particular. En la vida te puedes encontrar con experiencias que te dan valiosas lecciones que recordaras toda tu vida. La inspiración te puede venir en cualquier momento, incluso en el más inesperado. Hay gente con tanto talento, que son genios y van más avanzados que los demás. Algunas personas te dan la libertad, felicidad y amor que tanto necesitabas y estabas buscando. Existen sueños que se hacen realidad. La gente cambia (alguna). A veces es necesario tener tu propio espacio. Hay gente que no sabe lo que quiere. Un gran poder con lleva una gran responsabilidad (como dice Spider-man), también puede corromper a una persona si no está preparada para semejante poder; no es el poder, es el individuo. La vida da muchas vueltas, y a veces nos da una segunda oportunidad de la manera más increíble.

Jonathan Dayton y Valerie Faris utilizan el fundido a negro para separar el relato en diversos capítulos cortos, pero no demasiado. Con unos planos muy concretos, intentan transmitir la idea, de que Calvin es un titiritero, Ruby Sparks es su títere y la máquina de escribir que usa son los hilos.







                                                                       Nacho Miret




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