MAQUINA O HUMANO
Vice
es un film con un guión ya inventado, previsible, poco original, monótono,
lineal, frío y con partes que desorientan. La introducción te muestra una
situación tan tensa, acelerada y “misteriosa”, que sube radicalmente el ritmo
del guión, por el mero hecho de lo que estás viendo. Acto seguido te presentan
a Julian (Bruce Willis), dejándote ver su: personalidad, comportamiento
habitual, carácter, mentalidad, personalidad y estilo de vida, pero de forma
muy sutil; a la vez te explican la clase de película que será y el género. Des
del principio ya te deja bien claro, que la idea principal del guión, está
prácticamente copiada de Total Recall
(Paul Verhoeven, 1990). Tiene momentos tan predecibles que los ves venir varios
minutos antes de que sucedan, estropeándote toda la sorpresa. La diarrea verbal
que tiene Reiner (Colin Egglesfield), que le hace contar exactamente todo lo
que ocurre, desvelando casi todos los secretos, es inútil, absurda y sin
sentido; porque le quita toda la intriga y la “gracia” del momento, destrozando
una parte del guión; a veces menos, es más. Ciertos puntos del guión generan
bastante confusión, haciendo que no tenga claro varia información de la que te
está contando. Es tan evidente que Evan Lund (Bryan Greenberg) esconde algo y
tiene un pasado terriblemente duro, que es demasiado visible; ciertas partes
las ves con tanta claridad que te da en las narices; lo que hace que el personaje
sea bastante transparente (posiblemente también sea culpa de la
interpretación). Las circunstancias se complican cada vez más y los momentos
trepidantes van aumentando. El guión hace una especie de burla muy sincera y
cierta (al comienzo) de cómo funcionan hoy en día las grandes compañías
empresariales. Todos y cada uno de los personajes son los típicos, habituales y
esperados, que existen en esta clase de guiones; no es el primer caso, ni será
el último. Tiene un final feliz, reconciliador, Kharmico, que sabías que iba a
acabar así, pero con una minúscula parte reveladora y que sorprende un poco de
forma subliminal.
Hay un detalle que si no
te fijas bien, prestas la suficiente atención y miras en la dirección y el
momento correcto, no lo verás y lo pasarás completamente por alto. Dicho
detalle es un fallo de dirección y/o montaje y/o una mala decisión: Cuando
Kelly (Ambyr Childers) y Melissa (Charlotte Kirk) brindan con cava al inicio,
al alargar tanto el primer plano de las copas y manos, consiguen que se vea la
cámara, edición y todo el equipo técnico que hay detrás, pero sin verlos
físicamente; haciendo que el espectador vea que es un film y se salga de la
historia. Un fallo que no debe suceder; para el público debe parecer una
historia real.
La película transmite el
mensaje de que las casualidades no existen: todo ocurre por un misterioso,
curioso, extraño y desconocido motivo en particular. El Kharma es tan real como
el aire que respiramos: tarde o temprano recoges lo que siembras; el Kharma
castiga y el Dharma recompensa. Al final acabaremos todos convirtiéndonos en
robots de carne y hueso que no viven, ni se mueven; solo tienen experiencias a
partir de robots, ilusiones mentales generadas por ordenador, recuerdos traídos
al presente y hechos realidad, aparte de aventuras falsas que nunca existieron
de verdad y que son producto de tu imaginación. Jugar a ser Dios, solo trae
problemas, caos y destrucción; al parecer el ser humano no aprende esta lección,
es el único animal que tropieza más de dos veces con la misma piedra. Ir a un
tiroteo con una navaja, es de todo menos sensato. A veces dar demasiada
libertad a la gente, es malo. Si le das a una persona la oportunidad de vivir
sin límites ni reglas, querrá cada vez más, hasta que sea demasiado tarde. Algunos
lugares vuelven loca a la gente. El hecho de no superar una pérdida importante,
hace que vivas anclado en el pasado y te impida avanzar. Hay corrupción en
todas partes, incluso en las más altas y protegidas del gobierno; es un virus
que se extiende.
Brian A. Miller utiliza el plano subjetivo con efecto de cámara de
seguridad, para infundir el mensaje de que los androides, a su manera, tienen
su propia vida; además de aportarle cierto atractivo al film.
Nacho Miret
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