sábado, 20 de octubre de 2018

EL BAR DEL INFIERNO


El Bar es un film con un guión lleno de sorpresas, oscuro, trepidante pero de forma diferente a la que conocemos habitualmente, inquietante, un poco angustioso, misterioso a más no poder, conspiratorio en todos los sentido (incluso el conocido), oculto, complejo a su manera, interesante y atrapante. La introducción te presenta de forma sincera, encadenada, fluida y detallada a varios personajes a la vez; haciendo que veas el comportamiento habitual, estilo de vida, carácter, mentalidad y personalidad de cada uno. Te va contando sus vidas de manera paralela y simultánea. Todos los guiones que caen en las manos de Álex de la Iglesia tienen un lado tenebroso que asusta un poco pero no demasiado, solamente lo justo para que la historia que te están contando sea morbosa y te enganches a ella. De repente y sin previo aviso, justo después de la presentación, te plantea un misterioso e inesperado acontecimiento, que le da un giro de trescientos sesenta grados al relato, y te pilla absolutamente desprevenido; porque no esperabas que algo así fuera a ocurrir (que además la idea parece sacada de REC (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007) pero sin ser gore y más cuotidiana)). La situación va empeorando, poniéndose cada vez más intrigante, emocionante, perturbadora y enturbiándose según la historia que te están explicando va avanzando. Posee secuencias donde la tensión está tan elevada que se podría cortar hasta con un cuchillo. El guión tienes algunos chistes bastante graciosos y eficaces, porque reflejan una realidad, manifiestan un pensamiento y opinión. Tiene momentos tan absurdos y surrealistas que resulta inevitable reírse. El guión tiene ciertos detalles que te hacen sospechar de algunos personajes muy concretos, por ciertos movimientos y miradas que hacen. En muy poco tiempo, el bar pasa a convertirse en una prisión con un posible peligro biológico, que los va matando a todos como si fuera una especie de ruleta rusa. Algunos momentos son bastante predecibles. Tiene un final un poco previsible, es decir, que sabes que puede acabar así, pero lo que no se sabe es quien se salvará.

En un momento u otro, todos los actores sobreactúan durante un breve período de tiempo; hasta que todo vuelve a la normalidad y sus interpretaciones vuelven a ser creíbles.  Pero en ese corto momento, sus maneras de interpretar, parecen tan graciosas que te hacen reír. Los únicos que no sobreactúan son Mario Casas y Jaime Ordoñez.

Hay un detalle que si no te fijas bien, prestando la suficiente atención y mirando en la dirección adecuada, no lo verás y lo pasarás completamente por alto: En la presentación de los personajes al principio, si miras bien, se puede ver como los demás actores que forman el reparto, entran en escena muy brevemente, mientras solo se enfoca a uno solo. Por ejemplo: Mientras ves a Elena (Blanca Suárez) hablar por teléfono, puedes ver a Nacho (Mario Casas) cruzar por detrás con la bicicleta y luego Israel (Jaime Ordoñez) atravesar un paso de peatones por detrás de Elena.

La película te transmite el mensaje de que las casualidades no existen: todo ocurre por un misterioso, curioso, extraño y desconocido motivo en particular. Todo el mundo tiene secretos; algunos más oscuros que otros. El gobierno es experto en esconder información, mentir al pueblo y mientras hacer cosas a espaldas de la gente. Las apariencias engañan. No juzgues un libro por su portada. A veces algo malo, se puede transformar en algo bueno y salvarte la vida. Hay experiencias que marcan a una persona para siempre y otras que te muestran como es realmente. A veces es necesario desahogarse para no perder la cabeza y/o los nervios. Existe gente tan hecha caldo y consumida por sus adicciones que pierde el juicio por completo. Aunque hay poca gente, gracias a Dios aún existen personas dispuestas a ayudar, a quien más lo necesite en ese preciso instante.

Álex de la Iglesia utiliza el plano secuencia para aportarle cierto atractivo al film, y hacer que la situación sea mucho más dinámica y fácil de entender. Te lanza un mensaje subliminal sobre los personajes, bastante evidente, en el que el guión literario y técnico se ven implicados para decir algo sobre la trama de la película. Con el plano subjetivo, consigue meterte aún en la piel del personaje y entiendes por lo que está pasando, al menos un poco. También usa la Steadycam junto con los planos cerrados, para lograr el mismo objetivo que con el plano subjetivo. Con el fundido a negro Álex de la Iglesia separa la historia que te está contando por capítulos.





                                                                   Nacho Miret





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