MENTIRAS
The girl on the train es un film con un guion tremendamente misterioso y
con muchas sorpresas. La introducción te presenta a Rachel (Emily Blunt) detalladamente
y a nivel personal e íntimo, mediante su voz en off te cuenta su hobbie intentando
justificarlo, al mismo tiempo te hace ver su mentalidad, comportamiento habitual,
actitud y personalidad. Poco a poco te va quedando más claro que Rachel tiene
este hobbie para escapar de la realidad y así poder vivir su vida de ensueño, a
través de la vida de otra gente. Luego te hace conocer a Megan (Haley Bennett)
la chica de la casa que Rachel observa tanto cuando pasa con el tren; de la
misma forma en la que te presenta a Rachel. El guion te explica historias
paralelas de varios personajes que están implicados en el mismo relato que te
están contando, des de su punto de vista tan diferente. Cuando conoces a Anna
(Rebecca Ferguson)(la tercera y última historia) descubres que los tres relatos
que te están narrando están vinculados de algun modo u otro. Constantemente el
guion hace saltos temporales hacia delante y atrás, lo cual provoca que sea una
manera de contar la historia que recuerde un poco a Memento, en cierto modo. Algunos sucesos que presencia Rachel son
detalles que le ocurrieron en su vida y por eso le afectan tanto cuando los
comete otra persona. De repente aparece un misterio que genera mucha intriga y
te mantiene pegado a la pantalla. La situación se vuelve cada vez más
intrigante. Cuando se resuelve todo el misterio, te quedas de piedra, porque el
resultado era el desenlace menos esperado y alejado de lo que te estaban
contando hasta ahora, eso lo convierte en un auténtico Thriller (al desvelarse
la verdad). El guion de un giro de trescientos sesenta grados que te llega a
impactar y pillarte con la guardia bajada, de lo inesperado y sorprendente que
es la circunstancia. Tiene un final feliz, filosófico, reconciliador y transformador.
La continuidad
espacio-temporal es tan visible y está tan marcada que no deja margen para el
error, la confusión y te indica el camino demasiado el camino que debes seguir
para comprender la historia; prácticamente obligándote a coger dicho camino.
Hay un detalle que si
no has visto las películas adecuadas de cierto actor en concreto, no lo veras y
lo pasaras totalmente por alto: Luke Evans, parece tener una extraña afición a
interpretar personajes oscuros casi siempre: En Fast & Furious 6 hizo de malo (terrorista), en High-Rise de un “enfermo mental”, es
decir, de un hombre al que se le va la cabeza al ser consumido por completo por
la ira, pierda la cabeza volviéndose loco y pega y mata a diestro y siniestro; y
en este film: The Girl on the train,
hace de una especie de maltratador psicológico que de vez en cuando se le
escapa la mano. En la única ocasión en la que hizo de bueno, fue en Blitz (Elliott Lester, 2011) al dar vida
al personaje llamado Stokes que era el policía compañero de Brant (Jason
Staham).
La película transmite
el mensaje de que las apariencias engañan. No es oro todo lo que reluce. Algunos
individuos son más falsos que un billete de veinticuatro euros. Hay que saber escuchar,
a veces la razón la tienen las personas más inesperadas. Por desgracio existen
individuos tan malvados y retorcidos, que no se merecen ni siquiera, que les
llamen ser humanos; porque una persona normal y corriente, no se comporta de
esa manera ni hace esas cosas, por lo tanto no lo son; se les llama demonios
personificados. Puede ocurrir que tener demasiada imaginación puede hacerte
alejar de la realidad y te crees una historia sobre alguien absolutamente
apartada de la auténtica. Puedes tener una idea completamente errónea sobre una
persona en concreto. Todo el mundo tiene secretos, algunos peores que otros. El
Kharma y el Dharma existen: tarde o temprano recoges lo que siembras; el Kharma
castiga y el Dharma recompensa.
Tate Taylor utiliza
minisecuencias superpuestas dentro de otras escenas, repetida e
intermitentemente, para lograr meterte dentro de la cabeza del personaje.
Nacho Miret
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