DERECHOS CIVILES

Hidden Figures es un film con un guion dividido en dos partes: la primera es totalmente racista a más no poder, y la segunda te enseña la igualdad entre gente de color y blanca; te enseña la parte mala y luego la buena. La introducción te presenta a Katherine (Lidya Jeweltt; Taraji P. Henson) de pequeña, para contarte que es una niña prodigio; es una niña pequeña con el cerebro de un genio matemático. Lo cual deja asombrados a todo el mundo que la escucha hablar; porque resulta absolutamente inesperado lo brillante e inteligente que puede llegar a ser Katherine. Des del segundo cero, el guion te deja bien claro, que se trata de una historia basada en hechos reales. El guion te muestra de forma muy sutil y también no tanto, el racismo y el machismo que había en los años sesenta. Usa el recurso del maltrato verbal, psicológico y de otras maneras a la gente de color y el machismo, muy frecuentemente, para generar tristeza, rabia, compasión y que empatices con el personaje. Repetidamente el guion remarca mucho el racismo de la época. Lo resalta tanto que resulta pesado; con una, dos o hasta tres veces ya queda bastante claro, incluso se ve entre líneas; pero lo hace tantas veces y formas que es redundante. Es repetir algo que ya se ha dicho y entendido, no hay porque insistir tanto en el tema. Te deja demasiado claro y de manera muy evidente, que en muchísimas y varias ocasiones las mujeres son más listas que los hombres. Poco a poco el guion te va enseñando la igualdad de los derechos civiles, que lamentablemente tardo tanto en aparecer. Tiene un final feliz, conmovedor y reconciliador.

Hay un detalle muy llamativo pero que si no prestas la suficiente atención lo puedes pasar completamente por alto: La interpretación de Jim Parsons se ha visto afectada tras interpretar durante mucho tiempo a Sheldon Cooper. Solo le ocurre a él, porque por ejemplo: cuando ves a Johnny Galecki en otra película, no ves restos de la interpretación de Leonard Hofstader, solamente ves al personaje que está interpretando en ese momento para esa historia en concreto; y eso que ambos actores están igualmente (al mismo nivel) encasillados. Pero en esta ocasión, cuando te fijas bien en la interpretación de Jim Parsons, se ven claras partes de Sheldon. No es que ambos personajes que interpreta, tengan rasgos en común, es que son idénticas y típicas de Sheldon. Y eso es porque Jim Parsons no sabe diferenciarlas ni deshacerse de Sheldon Cooper. Incluso si lo observas con mucha precisión y exactitud, se puede llegar a apreciar que Jim Parsons se contiene para no realizar el famoso tick de incomodidad de Sheldon Cooper.

El film transmite el mensaje de que una mujer puede hacer el trabajo de un hombre igual o mucho mejor. Las mujeres y la gente de color se merecen igualdad de derechos. Las grandes compañías gubernamentales, suelen aprovecharse y explotar a la gente; si pueden conseguir algo muy bueno a un precio muy bajo, no les importa pisotear y ningunear a quien haga falta; lo hacen y ya está. Quien la sigue la consigue. El desprecio que había hacia la gente de color en una sociedad machista es tan penoso que da hasta vergüenza. Ser diferente no es malo, al contrario, es precioso y necesario; que tiene de bueno ser igual que todo el mundo, hay que salirse del rebaño. Existe poca gente en el mundo dispuesta a decir la verdad sobre un tema muy específico, en concreto y hacer algo al respecto; estas son las personas que merecen la pena, pero son las menos escuchadas, por culpa de la maldita y vanidosa sociedad. Nunca hay que rendirse. Demuestra lo que vales. Todos somos iguales, no hay porque discriminar a nadie.

Theodore Melfi le da demasiada mención a un tema que ya se conoce, y el guion refuerza este hecho. Es conocido que tiempo atrás, la sociedad era tan machista, racista e incluso homófoba que resultaba detestable, repugnante y te avergonzabas de ser de ese país en ese año. Por lo cual, con lo que se diga una cosa más de las veces necesarias, se hace irritable; por eso se suele decir: con una vez es suficiente. 

                                                                   Nacho Miret