MURIENDO CONSTANTEMENTE - CRÍTICA LA NOCHE QUE MI MADRE MATÓ A MI PADRE
La noche que mi madre mato a mi padre es un film con un guion curioso, cómico, burlesco, negro, macabro, nervioso, desordenado, sucio (porque hay algunos detalles que hay que pulir todavía; es decir que está inacabado), veraz, sin filtros, un poco enmascarador, tardío, lunático, crítico, novelístico, y cinematográfico (por un tema que tratan). Posee algunos gags divertidos e internamente graciosos, porque reflejan una verdad, realidad, opinión y pensamiento, pero en una dirección mucho más cómica y divertida. Es una comedia negra, emplea el humor negro para hacerte reír: Únicamente se trata de producir chistes y bromas con todo lo relacionado con la muerte, a cualquier grado. Constantemente se está mofando de algo, cuando no es de una cosa, es de otra, lo hace de diferentes maneras. La introducción te presenta a cada uno de los personajes, de forma personal, sincera, directa y cómica; para que veas el comportamiento habitual, carácter, personalidad, mentalidad y estilo de vida de cada uno de ellos. También te deja demasiado claro el tipo de película que será y cuál es su género dominante. Tiene algunas partes un poco confusas al inicio (posiblemente causado por no está bien ligado): Isabel (Belén Rueda) está casada con Carlos (Fele Martínez), vive con Ángel (Eduard Fernández), que supuestamente está casado con Susana (María Pujalte). Todo esto es un caos, al ser tan lioso, cuesta entenderlo; para colmo, después resulta que Isabel es la mujer de Ángel; joder que lío, y por si fuera poco los diálogos no ayudan. Más tarde, se aclara todo el embrollo formado por la presentación, y se esclarece, la relación que tiene cada uno entre ellos. Algo que se debería haber hecho al principio, y no a estas alturas del guion, eso implica una mala construcción, con riesgo de que la estructura se derrumbe debido al desorden. Ciertos detalles del guion son demasiado predecibles. De primeras la película te repele por los fallos que tiene, pero pasados unos días te atrae, por lo demás, y el humor; es como un circo ambulante bastante peculiar. Las circunstancias se van complicando exponencialmente. Se ve a la legua que Álex (Patricia Montero), es una narcisista, ególatra, que odia perder y no ser el centro de atención. Es un personaje demasiado transparente, aparte de ser la clásica choni. Cuando se descubre la verdadera identidad de Álex, se desvela que: no es una choni, ni maleducada e inmadura, pero sí que es una narcisista, con “clase” y ególatra pretenciosa; el personaje que estaba interpretando, era una burla a las jóvenes de hoy en día. Visualmente, te dice lo que ha ocurrido, aunque ya lo sepas previamente de lo exageradamente previsible que es todo. Poco a poco, vas descubriendo, que lo que estás viendo es una pequeña pincelada, de lo que representa el guion que ha escrito Ángel (la idea); es un guion dentro de otro. La razón por la que Isabel y Carlos, se han peleado en la cocina durante la cena, gradualmente va despertando más intriga. El guion se apoya bastante en la imagen. De pronto, ves como Diego Peretti (que se interpreta a si mismo), empieza a interesarse por el supuesto asesinato, sospechar y crear sus propias hipótesis. De golpe, el guion da un giro de ciento ochenta grados, y revela una información, sorprendente e impactante, de la cual podrías haber sospechado algo, con la pista que te enseña Diego Peretti anteriormente encima la mesa. La situación se va poniendo progresivamente más surrealista. El relato es cada vez más perturbado y rocambolesco. Tiene un final feliz, reconciliador, loco, sincero, directo, revelador, cinematográfico, predecible, prospero, evolutivo y victorioso.
La interpretación de Eduard Fernández es correcta, creíble, agradecida, verdadera y que ayuda a que todo el engranaje que hace que su personaje se mueva, funcione perfectamente. Las interpretaciones de este tipo, son muy favorables para los guiones, porque ayudan a que el espectador se sumerja de lleno en el relato que te están contando, empatice con todos y cada uno de los que aparecen en la historia que explican, incluyendo el suyo y todo fluya mucho mejor. Es decir, que este nivel interpretativo que tiene Eduard Fernández, es muy necesario en determinadas películas en concreto, porque son las que hacen que el guion funciona mejor, tenga más fuerza y eficacia en el espectador.
El film te transmite el mensaje de que siempre hay diferentes tipos de familia, con distintos tipos de educación; unos correctos y otros erróneos. Hay individuos que son unos auténticos oportunistas gorrones, que intentan aprovecharse de cualquier situación, para un beneficio personal y egoísta. Por desgracia, existen gente que no tiene ningún tipo de modales, clase ni respeto por los demás. Algunos individuos parecen hechos expresamente, para sacarte de quicio y hacerte perder la cabeza. La vida da muchas vueltas y sorpresas. Todo el mundo tiene secretos, algunos peores que los de otros. Hasta que se acabe el Universo, existirá alguien a quien se le ocurra un plan disparatado y loco. Existen personas dispuestas a matar, con tal de librarse de alguien tóxico (una persona cancerígena. A veces, para hacerle ver las cosas a alguien, que no quiere verlas, se las tienes que mostrar, demostrándole de lo que eres capaz. En ciertas ocasiones, es necesario mentir para lograr un bien mayor. Las cosas se pueden torcer demasiado en cuestión de segundos.
Inés París ha construido un guion técnico demasiado sistemático, esquemático y convencional.
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